“Cuando hayas encontrado el comienzo del camino, la estrella de tu alma mostrará su luz” máxima cabalística
PALABRAS CLAVE: LUZ INTERIOR – DESTINO – FLUIDEZ – LIMPIEZA – SABIDURÍA – CONFIANZA – ENTREGA – HUMILDAD - INICIOS – ESPIRITUALIDAD – INSPIRACIÓN – INTUICIONES - CALMA – ENTUSIASMO – PUREZA – ARMONIA – RECEPTIVIDAD - FUTURO
En el arcano anterior las estructuras del héroe se habían desmoronado, colapsadas por la fuerza de la divinidad que mediante un hecho súbito lo había liberado finalmente de sus ataduras. Como consecuencia de ello él había tomado conciencia de su aislamiento y omnipotencia y había podido percibir la presencia de la divinidad operando en dicha situación. En el arcano que le sigue y que vamos a tratar ahora, La Estrella, su “iluminación” entendida como cambio en su condición psíquica, se va a ser mucho más profunda. Va a comprender que no es un ser aislado, sino que está conectado con sus semejantes y todos ellos con el orden superior que es participe de su destino.
Dice R. Wang que las cartas que siguen en el tarot: La Estrella, la Luna y el Sol estaban originalmente unidas. El Sol y la Luna y todos los planetas fueron llamados “estrellas” y representaban la influencia del cielo en el destino del hombre. En el tarot original estas eran (como las virtudes en las artes liberales) representadas por figuras femeninas que sustentaban sus respectivos atributos. La figura no era la estrella propiamente dicha sino la personificación de la inteligencia que dirigía el destino de todos. Presumiblemente esta estrella única, primero ubicada antes que el Sol y la Luna hacía referencia a la “Estrella Matutina”. Así como también representa a la Estrella que guió los reyes magos al pesebre de Belén. Con lo cual se puede inferir que la estrella no sólo era esa fuerza astrológica que controlaba el destino de la humanidad sino también la proveedora de la guía divina por la cual uno puede elegir el camino correcto.
Las estrellas siempre han sido un elemento de proyección de los contenidos psíquicos y son el instrumento por el cual accedemos al cielo, así como los ojos son las ventanas del alma, las estrellas son los ojos del cielo, o las ventanas del alma del cielo. Vemos una estrella y pedimos un deseo, nos concentramos en una estrella como si ella pudiera conectarnos con nuestros seres queridos ausentes. Según Nichols las estrellas también nos relacionan con la inmortalidad, las figuras heroicas o las divinidades griegas eran inmortalizados como planetas o constelaciones. Cuando Quirón muere e intercambia su vida inmortal por la de Prometeo que había sido atado a una roca y condenado a sufrir el castigo por el cual un ave le comía el hígado por las noches que se regeneraba al día siguiente, Zeus en honor a él eleva su imagen al cielo y así se crea la constelación de Sagitario.
En el tarot marsellés vemos una mujer, centro de la escena, que sostiene dos cántaros en sus manos y vierte su líquido, el de un cántaro en un río y el del otro en la tierra. Está desnuda, vacía, lo que significa que está conectada con la naturaleza, despojada de todo, entregada a su tarea, expectante y llena de esperanza. Nos recuerda a La Templaza, arcano que también se sucede después de una gran crisis (La Muerte) y que tenía un trabajo entre manos, trasvasar líquido de una vasija a otra. El elemento agua está muy presente en estos dos arcanos, como función emocional y a la vez como el instrumento que permite limpiar, curar, purificar. Mientras en el arcano de La Estrella hay una mujer en La Templanza encontramos un ángel. Quizás porque en ese estadio del viaje nuestro héroe necesitaba encontrarse cara a cara con la divinidad y en este ya ha experimentado ese encuentro, incluso ha conocido la faceta más dura e iracunda de ella. Quizás también porque la propuesta de La Estrella sea el encuentro entre su propia humanidad y la divinidad en una instancia más armónica y pacífica, para luego poder transmitir este conocimiento al resto de los hombres. Dice Sallie Nichols que mientras La Templanza recoge y mezcla las partes de la psique que La Muerte ha dejado desparramados, dirigiendo esas esencias hacia nuevos caminos, el trabajo de La Estrella es distinto. Consiste en separar y redistribuir, quizás esta mujer esté separando cuidadosamente los contenidos arquetípicos del inconsciente de los contenidos más personales, parece verterlos de nuevo en los riachuelos compartidos por la humanidad. Podemos ver entonces cómo acá se hace muy evidente el pasaje de lo individual hacia lo colectivo. El héroe toma conciencia de que no está solo, comparte un destino común con la humanidad y alinea su vida a los deseos del cielo.
Esta mujer está sola en el silencio de la noche, momento que llama a la introspección, a la visión interior, hay paz en ese silencio, estado que preexiste a la creación de lo nuevo. No hay angustia ni rastros de la omnipotencia que estaba presente en La Torre. La mujer hace su trabajo humildemente y en calma. Tiene la sabiduría suficiente para saber que el fruto de su esfuerzo será una fertilidad nueva. Hay aquí una gran esperanza y entrega, ella vacía el cántaro sin saber adónde llegará el resultado de su trabajo, quien beberá esas aguas, qué nuevas tierras serán fertilizadas.
Por detrás de la figura vemos una gran estrella y otras sietes más, todas de ocho puntas. La estrella central representa un mandala, se puede asociar también con la estrella polar, el centro por el cual gira el firmamento. Según R. Wang el número ocho que tal como el leminscato es el símbolo del infinito, se refiere al mercurio alquímico, a la palabra. Dice S. Nichols que en los textos alquímicos aparecen configuraciones como estas, que muestran una estrella gigante (que representa el proceso de iluminación) al lado de los siete planetas. El proceso de individuación de Jung es parecido al objetivo alquimista que consistía en la liberación espiritual del hombre y como este se debe realizar en soledad. Además Jung propone que la salvación del hombre radica en su propia psiquis, lograr la conexión con su yo superior, provoca un efecto dominó en el resto de la sociedad pero el punto inicial es siempre el individuo. Quien se encuentra a su estrella interior y se deja iluminar por ella se convierte en la luz que guía a quienes aún están perdidos en la oscuridad de su inconsciente.
En este sentido vemos la evolución con respecto al arcano anterior, en la Torre el héroe necesitaba el golpe para reaccionar, el protagonista era Dios, en la Estrella la protagonista es la mujer y Dios está presente, por supuesto, pero en otra parte de la escena.
Vemos en el fondo de la carta dos árboles florecidos, podemos asociarlos a los árboles de la Vida y del Bien y del Mal del Edén. Ellos representan la conexión entre el cielo y la tierra, ya que hunden sus raíces en la tierra y elevan su copa hacia el cielo. Hay un pájaro negro en uno de esos árboles, mensajero de los dioses. Según H. Banzhaf el vuelo de los pájaros era utilizado como oráculo y simbolizaban la capacidad visionaria de las deidades a las que pertenecían. También, como las dos vasijas, se relacionan con los pares de opuestos, inconsciente y conciente. En esta fase del camino evolutivo, el ego y nuestro espíritu racional están disminuidos y por ende las intuiciones pueden surgir. Dice Nichols que en ese punto el ego empieza a estar lleno de una sensación de destino y asimismo empieza a experimentar su sino individual como parte de un todo, comienza a descubrir que los hechos de la vida cotidiana toman otra dimensión si se empieza a comprenderlos como hechos trascendentes que asociados encuentran un nuevo sentido.
Esperanza y libertad definen la esencia de La Estrella. Esperanza por el nuevo comienzo, por el encuentro con nuestra propia luz que ha de guiarnos por el camino, y libertad porque estamos despojados de mandatos, ideas, “ropajes” de nuestra civilización, libres para volver a empezar ahora con una nueva conciencia. Es cierto que notamos cierta tristeza en los ojos de la Estrella. Mucho ha quedado atrás, es inmensa la emoción de no sabernos criaturas abandonadas en el universo. Es importante que la melancolía no nos domine, no hay que perder la fe ganada, para que cuando conozcamos al próximo arcano, La Luna, no nos perdamos en la oscuridad de la noche.